El cartel que viajó de Ugao-Miraballes a Ciudad de México
Es una frase muy utilizada ésa de que para los actores y actrices el mejor regalo, el mejor premio, la mejor recompensa, es el aplauso del público. Si esto parece ser cierto en el mundo profesional, ¿qué decir del mundo aficionado?
Tras cada representación existe un universo de horas, de semanas, meses... incluso años, de preparación, de esfuerzo, de tensión, de nervios, de frustraciones y también de satisfacciones, por supuesto. Y todo ese universo se reduce y resume en los minutos que dura la obra. A su conclusión, sólo espera el dictamen del público. Y cuando llegan los aplausos sinceros (que se distinguen muy bien de los aplausos de cumplido) el placer que se experimenta es difícil de describir.